Prohibido Morirse

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Cuando la temperatura alcanza los -46, pasan cosas inimaginables. Por ejemplo, en este pueblito noruego de nombre Longyearbyen está prohibido morirse. O, mejor dicho, uno se puede morir, pero no dentro de los límites del pueblo.

Las temperaturas gélidas tienen como una de sus consecuencias poco conocidas que los cadáveres no llegan a descomponerse, por lo que desde 1950 se ha indicado a los habitantes del inhóspito lugar que se trasladen si se encuentran enfermos o, incluso, si están por parir. De esta forma, ninguna enfermedad infecciosa se propaga, y los ciudadanos pueden de igual manera ser asistidos en la ciudad más cercana.

Según nos cuenta Diario Qué, las temperaturas de no suelen sobrepasar los niveles de cero grados, con una máxima histórica durante el verano de 18. El sol, claro está, es un lujo para los habitantes de un pueblo tan peculiar.

¿Vos vivirías en un lugar así?

 

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